El aguacero golpeó sin delicadeza alguna mi rostro, todo mi cuerpo. La conversación fue corta, predominaba mi voz en el auricular. Algo ocurre en aquél planeta, un suceso que resulta totalmente desconocido para mí. Desde los pies hasta mis manos, vibra la ansiedad. La impotencia aumenta. Imagino ahora un día obscuro. La nave se averió y los portales interdimensionales no estan funcionando. "Fuera de servicio" anuncia un letrero pegado en el boton rojo.
La humanidad evolucionó. Logró construir maquinas tan maravillosas que al hombre no le falta nada. Sólo le sobra el tiempo. Y aún así, llegará el día en que calentemos nuestro propio planeta y ni siquiera el tiempo nos presione. Yo sigo empapado. Finalmente, el frío penetró mi zapato y ya se siente la humedad del agua entre mis dedos. El nerviosismo me agota. No se que hacer, cuando lo imposible es lo que busco. Quiero estar aquí y allá, más allá que aquí. Sin embargo, no existe medio de transporte atómico que no haya sido detenido por tan amenazante granizo.
Ahora confudo el temblor de mis nervios. El frío me gobierna. Mis ojos lloran bajo la lluvia que los picotea e irrita. Caminaré, caminaré hasta el próximo techo que me proteja de la intemperie. Quizás ahí, bajo la luz neón de una lámpara humana, pueda comprender algo...