Tarde calmada. Posterior a un día frío, finalmente el regalo hermoso de la calidez humana. Sentados, los amigos, en el restaurante que gana la excelencia del mejor pastel de chocolate, acompañados por una gran anfitriona. Comimos, bebimos y reimos hasta que nuestros vientres cansados amenazaron con reventar. Entre cánticos y broma, tuvimos el regalo de su sonrisa. Diferentes tropiezos caracterizaron la maravilla de su espontaneidad. Y al final, segura y animosa, dejó con nosotros el regalo de su imagen.
¿ Algo más ? La pregunta sencilla... ¿un abrazo? La respuesta adecuada...
Saludo para ti, amiga, con la letra de quien simula su escritura con tinta virtual.