Entre paredes

Fotografía de Paola D.

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Eres una flaca perseguida

por hombres y deseos ocultos,

te escabulles en pasadizos secretos

donde la luna no espía

y el sol,

no tiene cabida.

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Las paredes extensas que encierran caminos,

las cuevas obscuras,

las casas abandonadas

y el crepitar de su madera,

son sitios que te encantan por coqueta.

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Pero no hay varón, duque o rey que te merezca,

porque eres bella egocentrista.

Te sabes guapa y esplendorosa,

dulce, suculenta, rica sin igual.

Y sólo aquél que de intelecto cuenta,

es capaz (si bien le va)

de acercarsae para correr su suerte.

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Entre paredes te abrazas,

apretada por lo frío del tiempo.

Ni calor ni tibio puedes soportar

porque tu piel hierve sin competencia,

porque tus manos desgarran el deseo

de ya no escapar.

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Tan linda tan tersa,

tan cuera y re buena,

que el mundo te busca

pero nunca te podrá encontrar.

Emilio

Fotografía de Paola D.

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Cuando un amigo vió la fotografía por vez primera

preguntó con curiosidad:

¿dónde duerme?

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¡Adivina!

Grité curioso también,

en espera de su respuesta.

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-Estás ahogado en tu cansancio,

seguro es el sillón de una biblioteca-

Eso fue lo que respondió.

¡El muy vivo!

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Sos un aburrido le dije.

Uno no sólo duerme cuando se cansa de estudiar

ó de leer ó de pensar.

Uno se cansa de la vida en ocasiones.

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Ese sillón,

que pinta lindo y confortable,

es precisamente la sala de espera en algún hospital.

¿Cansado de qué? ¿En dónde?

Preguntas tarugas dentro de mi país.

Cansado de currar todo el día sin una buena paga,

sin una buena motivación,

y con certeza te digo,

sin ver la solución de nuestro desorden político.

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¡Sillón de hospital coño!

Eso sin decir la lluvia que me tiene caldeado

de día y de noche.

Me llamo Emilio, ¡Emiiilio!

y mi descanso se acurruca

en sueños de oportunidá.

Humedad

Fotografía de Lord Alejandro Felpa

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Hoy llueve,

se purga el cielo sobre la ciudad.

Un aroma dulce puede percibirse:

a tierra, a puro, a vida.

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¡Delicioso!

La lluvia trae consigo oro de mazorca,

jade sobre el relleno bicolor de la sandía

y negro obsidiana sobre la piel del zapote.

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Tlaloc extiende el manto azul,

es bondadoso y Quetzalcóatl lo celebra.

¡Uvas! y ¡Ciruelas!

Jitomate, cebolla, setas...

¡qué manjar!

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En el asfalto moderno del México contemporáneo,

el gachupín mexica festeja los frutos de una mezcla,

exquisita como el chocolate,

que nace y se expande.

Ecolokos

Fotografía de Lord Alejandro Felpa

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Trozos de papel escritos,

superficies talladas con la tinta pestilente

del deseo avaro, de la comodidad.

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Preferencias viles por tirar, consumir, desgastar;

y cuando la razón llama,

la mente pierde justificando que todos,

hermanos y amigos,

practicamos igual.

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Un poco de conciencia necesita la bestia,

la plaga, el exterminador:

el hombre,

que ya no es mono...

sino algo peor.

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Un poco de actitud con entusiasmo,

para que construya nuevos métodos,

para saciar su producción

sin tragarse lo vivo.

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Un poco de amor, por la energía de nuestra génesis.

Juconi

Fotografía de Palabras y Contrastes

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Rin rin

suena el timbre de la esperanza.

Cara sucia, pies cortados, sangre indígena

y todos estos niños llegan hoy

escapando a la muerte profunda de su sentimiento.

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Rin Rin

resuena en la puerta

el toque mágico que les brinda oportunidad.

Sus ojos brillan y se pulen el rostro

pareciendo baño espléndido

que llega con el viento.

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Rin rin

uno tras otro corren

rin rin

un salta y el otro empuja

rin rin

todos gritan, todos cantan

rin rin

al anochecer lágrimas se derraman.

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Con Ju agarramos su mano,

con Co abrazamos su cuerpo,

en NI les damos aliento

y Juntos logramos sin esfuerzo.

De polvo y arena

Fotografía de Paola D.

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De polvo y arena son tus manos

pues las toco y presiento,

áspero sincero,

que mi cuerpo se empapa

se recubre con finas partículas de vos.

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Si estoy recostado sobre mi vientre

y tu te montas en mi

siento golpeteos de una brisa

polvorosa como azúcar

que deleita como vos.

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Cuando hicimos el amor

o como diría Pablito

"no echamos un polvo"

polvo en verdad fue y sedoso

el deseo corrugado de impedir tu partida.

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Ahora que no estás

el sedimento de tu arena permaneció

sobre mi cama y en el baño,

dentro del placard, la alacena y los cajones,

manto tuyo coloide en mi espacio.

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Y te extraño, te extraño, te extraño;

y adicto me he vuelto al polvo de tus labios.

Te estoy llamando

Fotografía de Paola D.

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Estoy buscando balance,

no uno científico de regulación negativa,

más bien aquél que de no ser muy grande

entre a la perfección en el cubo de mi vida.

Volumen de seis caras.

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Ya caminé sobre los pasillos más estrechos

siempre procurando no enamorarme de las sombras.

Salté charcos y me retorcí en un mundo subterráneo:

las alcantarillas de mi personalidad.

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Luego penetré selvas tropicales en mi sueño

e incluso me hice amigo de los monos;

pero con certeza afirmo que ni sus colas torcidas

ni sus manos o sus pies,

ayudaron a estabilizarme.

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Finalmente cedí en mi búsqueda,

me agoté,

la estabilidad añorada no llegó

dejando plena libertad a mis impulsos.

Loco loco loco me siento,

loco loco loco me gusta estar.

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Seis de azúcar, seis de salitre,

una dulce calefacción.

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¡Bomba!

Entre el humo me debes extrañar.

Carga psicométrica

Fotografía de Paola D.

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Varado en el desierto

sólo pienso en un amor

que no es de aquí o de allá;

sino del centro,

aquel que clama mi aventura.

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Su contorno es definido

pues viste para ser notada,

y cuando caigo alucinante

su oasis ocurre frente a mi:

vueltas y más vueltas inconclusas.
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Perra, triste y maldecida;

así te clamo con desdén

tu nombre golpetea mis entrañas

obligando mi digestion a frenarse.

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Me rodeas y me invades,

no importando el color de mi piel,

el ocaso de mis ojos ó sangre al amanecer.

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Extraño a una persona, me revuelco,

pero tú me impides escapar

con cadenas en el cuello y arneses muy pesados,

confusión, ¡desgraciada!

vete y ¡échate a andar!.

Endormie

Fotografía de Lord Alejandro Felpa

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La mujer de pelo chino duerme,

descansa, medita,

con saliba en la comisura de sus labios.

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Cuántos hombres osan retarle al amor

que por un gramo de dulzura la conquistan,

y ella duerme serena

a sabiendas de que ni un kilo lo lograría.

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Pero no se trata de cantidad o de pena,

más bien es un asunto de profundidad.

El que ama sus ojos de fina mirada,

atinada conquista podría realizar.

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Ahora la baba escurre de su lengua

hacia cada rincón de mi cuerpo.

¡Que no es cantidad señores!

Sino dulce amor sincero de paleta,

comestible,

el que se le debe dar.