¡Explosión cerebral repentina!
Ocurre que tengo la mente en blanco, en su tono mate.
Escurren los segundos por la catarata de mi tiempo de vida. Cuando voy a pescar, me topo con lo recurrente: las sonrisas. Pronto me invade el aroma peculiar de un suero, que pinta como la máscara de carnaval. Al amanecer, sólo leche bronca de herbívoros y un grito en el aire acompañado de una figura hecha con las manos.
Fue un paseo por lo anterior, con la llegada a lo nuevo. ¿Qué ha cambiado?