Imaginame ahora sentado. Con la cabeza desbordante de pensamientos suaves, bohemios. El cuerpo erizado. Los vientos ya asoman un invierno crudo. Pienso en mi, por que tú, estás en mi mente. Cada destello eléctrico provocado por mis neuronas es la representación misma de un deseo libre. Un deseo que detiene mi espacio cual fotografía instantanea. No hace falta maquillaje alguno: en tus labios yace el color que mi cámara necesita. ¡Listos! Viene la lucesita parpadeante: ojos bien abiertos, dientes brillantes. Fotografía de la vida. Punto.