Tu nombre es una huella. Cada uno de los trazos que lo componen, representa la versión más sublime de la bondad. En cada acto, firmaste los papeles de la alegría, la perseverancia y la dulzura.
Solía pronunciarlo el viento como un susurro, que a manera de brisa fresca ó calurosa (dependiendo la estación del año corriente), acogía mi cuerpo desnudo de sensatez, de cordura.
Las palabras que te componen, pueden escribir anagramas perfectos. Juegos de palabras que descubren tu amor. Sin duda alguna eres la más bella, por ese valor divino que diste a tu nombre. Al pasar, congelabas las cosas. Corregías los errores de quién contigo estaba sin toque alguno de despotismo; ¡ amabilidad virtuosa!
Hoy suspendes el tiempo. La vida. Mi corazón.