Desperté en un lugar obscuro y vacío; aquí el mundo parece callado, solitario. Es mi respiración, acelerada y nerviosa, la única amiga que tengo.
En mi alrededor, las paredes de concreto palpitan con fuerza. Me sorprende ver que poseen marcas; también cicatrices. Puedo leer dos palabras: parecen haber sido escritas tiempo atrás. Pero las cicatrices de odio las cubren hasta dejarlas casi por completo ilegibles. Para mi sorpresa, son palabras de amor y felicidad.
Creo que estoy muerto, aunque no me siento así. Cuando respiro, el miedoo tenebroso de la incertidumbre me domina. Ahora estoy aterrado. Como el lugar no parece ser tan grande, lo voy a explorar. Camino tres pasos y he golpeado mi rostro contra otra pared. Ésta es dueña de una palabra nueva, curiosamente borrada y reescrita varias veces por la misma mano. Ninguna tiene tantas cicatrices como la que acabo de descubrir. Ahora lloro y me sorprendo. En el muro yacía escrito tu nombre...
Ya lo comprendo. Pese a mis confusiones, entiendo que este lugar tan desolado y tenebroso, con cicatrices en sus ladrillos, es mi corazón.
Lord Alejandro Felpa Estopas