Descubrí que las línes observables en el pétalo de una rosa poseen un origen en común. Es una línea gruesa que se multiplica en breve y recubre cada pétalo. La sigo con mis ojos. Penetro sus curvas e inyecto el aroma en mi bulbo olfatorio.
Me he sorprendido. Ya estoy en su corazón.
Acabo de comprender que las líneas de tu cuerpo se originan en la división de tu labio. De ahí siguen tus curvas... tu aroma... tu corazón.
¡Naturaleza humana!