Tengo un amigo y no lo conozco. Se escabulle entre las sombras de mi editorial, imprimiendo versos de ciencia ficción, de romance policiaco.
Yo, que soy pésimo detective, le sigo la pista en mis sueños, jugando a tirar manzanas en diferentes cubetas para ver si golpeo la suya. A veces publica el mundo, el amor o la verdad. Pero eso sí, siempre en la misma columna. Me he vuelto lector de mi propio diario, espectador de su protagónico papel que me envuelve e intriga.
Allá va la carta, en el aire, para que la cojas con tu mano: te invito a escribir en mi espacio, a ser uno más del grupo. Te exhorto a estar lejos del egocentrismo, cerca del rincón de lo espontáneo.
Mi correo electrónico lo tienes, mi nombre también. Un beso cariñoso que se repite.