Sidé escribe sobre él…
Me encuentro solo. No de amor o de convicciones; físicamente solo. Soñando a ojos abiertos con las emociones que viví en unos cuantos días. Y mi cuerpo, controlado por la música que escucho, esta dormido. Posee una calma tan marcada, que hasta mi mente se opone a conocer el origen de tal sensación.
Si procuro recordar los hechos, me sonrojo. Había luces brillantes y un ambiente difuso entre el alcohol y los cigarrillos. Música latinoamericana y los cuates. Unas cuantas palabras se soltaron al aire, palabras que cargaban consigo un mensaje de entusiasmo. Luego el bailongo, loco y desenfrenado, que condujo a la euforia y la borrachera. Después… nada, sólo vacío.
La historia se repitió. Mismo lugar, casi la misma compañía. Esta ocasión, un destello brillante me iluminó los ojos. Aunque una sombra ocultaba mi secreto, lo envolvía y robaba de mis brazos; yo tomé una decisión. Elegí la aventura. Después… nada, sólo vacío.
La tercera ocasión de encuentro, fue en un tribunal femenino. Una lluvia de palabras feministas, ocho o nueve tazas de café y una conversación que me puso al descubierto. Mi existencia se sentía dañada. Pero el rayo de luz volvió, y con coqueteos vivos y seductores se emparejó con mi mente y sus reflexiones. El nerviosismo comenzó y se pospuso el acto.
Dos días después, la sorpresa a mis espaldas. Una sonrisa marcada que se acompañaba de la profunda seriedad de una boca sin habla. Una charla amena con un resultado: la dirección electrónica hacia una excelente pretensión. De ahí, el cariño hizo lo suyo.
Hoy, estoy en México Distrito Federal con una tremenda soledad. Aturdido por movilizaciones post electorales, cambios en el mundo (Fidel por Raúl Castro y la guerra de Irán) y una afección uretral terrible, consecuente de una semana de vicios. Sin embargo, estoy lleno. Tan lleno, que sólo pienso en paz. En la paz que está gozando mi existencia.
I hope you don’t mind
I hope you don’t mind…
That I put down in words…
How wonderful life is,
Now you’re in my world…
Tú, que sabes muy bien quién…
Te extraño
Me encuentro solo. No de amor o de convicciones; físicamente solo. Soñando a ojos abiertos con las emociones que viví en unos cuantos días. Y mi cuerpo, controlado por la música que escucho, esta dormido. Posee una calma tan marcada, que hasta mi mente se opone a conocer el origen de tal sensación.
Si procuro recordar los hechos, me sonrojo. Había luces brillantes y un ambiente difuso entre el alcohol y los cigarrillos. Música latinoamericana y los cuates. Unas cuantas palabras se soltaron al aire, palabras que cargaban consigo un mensaje de entusiasmo. Luego el bailongo, loco y desenfrenado, que condujo a la euforia y la borrachera. Después… nada, sólo vacío.
La historia se repitió. Mismo lugar, casi la misma compañía. Esta ocasión, un destello brillante me iluminó los ojos. Aunque una sombra ocultaba mi secreto, lo envolvía y robaba de mis brazos; yo tomé una decisión. Elegí la aventura. Después… nada, sólo vacío.
La tercera ocasión de encuentro, fue en un tribunal femenino. Una lluvia de palabras feministas, ocho o nueve tazas de café y una conversación que me puso al descubierto. Mi existencia se sentía dañada. Pero el rayo de luz volvió, y con coqueteos vivos y seductores se emparejó con mi mente y sus reflexiones. El nerviosismo comenzó y se pospuso el acto.
Dos días después, la sorpresa a mis espaldas. Una sonrisa marcada que se acompañaba de la profunda seriedad de una boca sin habla. Una charla amena con un resultado: la dirección electrónica hacia una excelente pretensión. De ahí, el cariño hizo lo suyo.
Hoy, estoy en México Distrito Federal con una tremenda soledad. Aturdido por movilizaciones post electorales, cambios en el mundo (Fidel por Raúl Castro y la guerra de Irán) y una afección uretral terrible, consecuente de una semana de vicios. Sin embargo, estoy lleno. Tan lleno, que sólo pienso en paz. En la paz que está gozando mi existencia.
I hope you don’t mind
I hope you don’t mind…
That I put down in words…
How wonderful life is,
Now you’re in my world…
Tú, que sabes muy bien quién…
Te extraño