Siento ardor en mi garganta. Cada gota se absorbe lentamente. Dos o tres pasos y mis huellas yacen en la nieve. Le gritan al mundo un pasado, el fósil acuoso de la dirección.
Me sigue quemando el cuerpo; pero esta vez mi necedad se exacerba. Quiero más. La nieve no parece enfriarme.
A lo lejos, el horizonte ríe: presumiendo que nunca llegará el día en que lo deje de admirar. A él, que es tan infinito, tan armónico. Mientras tanto, yo sigo ardiendo en el goteo de mi martirio. Lo que necesito ya es cuestión pasada. No quedan más palabras ciertas. Sólo silencio y quemazón. Ahora hasta la pansa se desgarra.
Tres estados de coma... el de una realidad general... el de una realidad imaginaria... el de una realidad personal. Estoy en coma con los tres; el goteo comienza a gustarme. Ahora que el universo venga completo a mi. Que me disuelva. Que robe mi energía.