Es tradición de mis lares esculpir al amor. Por eso, hoy hago un monumento de piedra que escenifique el busto más hermoso, aquél que porta la imagen colmadora de mis delirios mentales.
Esta piedra posee un tacto que es tuyo. Una superficie que sólo tu me das.
Creo que mi trabajo es tan groseramente bueno, que no soy dueño de él. La luz debe serlo, ella si posee delicadeza para infiltrarse siempre en tu interior.
Eso si, la lija fue mia y no conozco mejilla mas suave que la construída hoy por mis manos.
Te pondré en una pirámide, en la pirámide del sol. Ahí tus rayos encontraran sentido conmigo.