Con la llegada del amanecer bailan las letras.
Fantasmas, movimientos borrosos que se marcan
en el vidrio, las paredes, los mosaicos del suelo.
Ecuaciones dinamicas, con diferenciales de
orden imaginario.
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Nuestra arma es el libro, valiente portador de municiones
y destrezas, tan agil y canibal para exterminar toda
materia gris. Triste por las celulas que la componen.
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Entrada la tarde, el entusiasmo se termina.
Frustracion y envidia se acumuan;
deseo celoso de sangre intelectual.
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Cuando el lapiz se rompe, la noche termina.