demonios podría clasificar los besos.
.
Imaginé sus texturas primero, pero
los hay tan voraces que uno pierde toda sensación.
.
Luego, consideré su olor: llevándome
la frustración de sólo poder
categorizar unos cuantos, ya que la mayoría
huelen a saliva.
.
Y cuado estaba a punto de cambiar mi
tema de reflexión, se me ocurrió
que por tratarse del sentido más esplendoroso,
el gusto, debían catalogarse por su sabor.
.
A mi me encantan los besos de sinceridad,
aquellos acompañados con el aroma
de la pareja y su toque especial de masaje.
.
Me gustan los de chocolate, fresa y cereza.
Más bien los dulces que los salados.
Más bien los suaves que los fuertes.
Más bien los de alguien que sepa, huela y
se sienta fenomenal.
.
En el final, preferí probarlos todos
en mi mente, y olvidé por completo
la premisa original de mi meditación.
.
¡Qué gourmet!