De un instante a otro escurren peso y plumas.
Las edificaciones de pareja se complican por oscilaciones de ánimo,
por altibajos de personalidad, o por resbaladeras.
Pero el amanecer es tibio en los brazos,
en el amaranto de los besos que revuelcan miel.
Los días se hacen nuevas convicciones. En el descanso nacen las ganas,
en el crepúsculo aparecen las oportunidades.