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Veo a México y pienso en ti,
que vestías mozo y mal portado
sus cambios sociológicos surrealistas.
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Por las calles me paseo,
siempre de noche, siempre enamorado,
esperando la víspera luminosa del sol.
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Encuentro un pozo en suburbios marginados,
en catedrales fracturadas,
en las manos sangradas de niños
que con chicles y mocazos,
piden limosna de amor.
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No cabe duda México mío,
que bajo tus rayos de esplendor
quedan todavía muchas sombras perdidas.