Caminan, sólos e inseguros por la noche. ¿Qué pensarán? Lo complejo de sus emociones libera en ellos generosas dosis de adrenalina, de éxtasis, de ambición. En su mirada yace la complicidad de los planes que, tarde o temprano, van a cumplir. No les importa nada más.
De donde vengan o a donde se dirijan no causa intriga entre el resto de sus semejantes. Sólo se acompañan de la sombra con su misterio inherente. Un producto más de la sociedad perdida.
Nadie es víctima.